Si bien es cierto que los rasgos de la personalidad del nuevo emprendedor, sus motivaciones a la hora de embarcarse en un nuevo negocio, la capacidad intelectual o física, la formación o experiencia previa pueden, indudablemente, influir en el éxito de la nueva empresa, no cabe atribuir a estos aspectos un valor absoluto, ni elevarlos a la categoría de requisitos previos e indispensables que deban reunirse obligatoriamente para poder afrontar con perspectivas un nuevo negocio.
Otro de los elementos que tradicionalmente es objeto de análisis a la hora de estudiar la figura del emprendedor es el de las motivaciones que determinan la creación de la empresa. Dichas motivaciones pueden determinar una actitud y respuesta diferentes a la hora de poner en marcha y desarrollar la actividad empresarial. Es conveniente anticipar cuál podrá ser esa respuesta, al objeto de reforzar potenciales puntos fuertes o prevenir posibles debilidades.
De forma meramente enunciativa, se señalan algunas de las motivaciones típicas del emprendedor:
❖ Solucionar una situación personal (dificultades profesionales, afectivas, etc.)
❖ Crear su propio puesto de trabajo (autoempleo).
❖ Aumentar el nivel de renta.
También, se puede mencionar que la educación ejerce un fuerte impulso para emprender, pues sin duda alguna, esta ejerce una gran influencia sobre la formación de un perfil emprendedor, ya que permite ver las oportunidades y analizar los recursos existentes, además de lograr la vinculación entre estos aspectos.
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